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William Gibson jamás fue consciente del impacto que tendrían sus palabras cuando en 1984, durante la redacción de Neuromante, estableció el mítico paralelismo entre la nueva red de información, el ciberespacio y la ciudad de Los Ángeles vista desde 2000 metros de altura. Gibson identificaba el ciberespacio con una metrópolis compuesta por datos tridimensionales codificados en formas arquitectónicas, una red global de información por la que se podía navegar. Esta prefiguración del ciberespacio como algo Intermedio entre la realidad virtual e Internet sirvió como punto de partida al discurso de la ciberciudad[1][1]. Sin embargo la ensoñación no quedaría ahí. Lo que comenzó siendo una metáfora creció en los sueños que tanto había excitado convirtiéndose en un anhelo, en una meta a conseguir. Desde muy pronto, la frase espoleó la actividad imaginativa en los creadores de espacios tanto o más que la analogía de la ciudad como máquina que establecen el positivismo y el pensamiento moderno. Artistas, escritores, programadores, pensadores varios y tecno científicos de todo tipo participan desde entonces en un debate que en el límite entre los dos mundos, el material y el virtual, intentan formalizar, visualizar, imaginar el intangible ciberespacio a la vez que exploran las posibilidades de espacialización de las nuevas tecnologías.